"Puerto de Vigo" es un cuadro que destaca por su capacidad para transportar al espectador a un entorno marítimo lleno de vida. En la parte superior, una fina línea del horizonte sugiere un paisaje costero con montañas y casas esbozadas, evocando serenidad. El cielo, con matices de ocres, azules pálidos y grises sutiles, añade profundidad y una atmósfera otoñal al cuadro.
La escena principal, situada debajo del horizonte, muestra un puerto activo con barcos de faena y grúas, que contrastan con la tranquilidad del horizonte. Las boyas en el agua aportan detalles vibrantes. El mar, en la parte inferior, despliega una variedad de matices cromáticos. Los reflejos dispersos en el agua sugieren movimiento y profundidad, logrando capturar la esencia del mar. En conjunto, la obra es una armoniosa fusión de belleza natural y actividad humana.