El pintor captura la esencia serena de un amanecer veneciano en esta obra. En el primer plano, las pasarelas de acceso a las góndolas se extienden hacia el horizonte, sugiriendo una atmósfera de calma y reflexión. La niebla matinal envuelve suavemente la iglesia de San Giorgio Maggiore al fondo, infundiendo un aire de misterio y belleza etérea. El artista emplea una paleta de colores cálidos y fríos que se entrelazan armoniosamente, creando un juego de luces y sombras que destacan la serenidad del momento. Las líneas de perspectiva, cuidadosamente trazadas, guían la mirada del espectador hacia el fondo, invitándolo a experimentar la tranquila magia de Venecia al amanecer, y quizás a imaginarse un paseo en góndola sobre las aguas tranquilas de la ciudad.