Este óleo sobre tabla capta la atmósfera melancólica de un día gris en la costa cantábrica. Con una paleta de colores fríos, la obra transmite la quietud de un paisaje sin luces ni sombras marcadas, destacando las texturas sutiles del entorno. El faro, ubicado en la parte izquierda del cuadro, actúa como un punto de referencia en esta pequeña escena. La composición simple y directa, junto con el tamaño reducido de la obra sugiere que es más un apunte que un cuadro terminado, una especie de estudio rápido que capta la esencia del paisaje en un instante específico.