En la desembocadura del río Duero se encuentra el Farolim da Barra do Douro, en Portugal. En esta perspectiva, el pintor nos muestra el faro de la costa portuguesa bajo la luz del atardecer, que baña la escena en tonos cálidos. La mirada se dirige naturalmente al faro, ubicado en un punto áureo, contrastando con las diagonales que guían visualmente. La atmósfera sugiere tranquilidad, acentuada por una gama cromática suave: tonos azules del mar, mezclados con rosas y asalmonados del cielo, que se funden en amarillos y azules pálidos. El pintor evita representar figuras, enfocándose en la arquitectura del paseo y la calma del mar, capturando una soledad y sosiego únicos. Esta obra es parte de una serie de tres piezas con diferentes composiciones del faro, la luz y el color.