En "Vuelo raso", una obra de óleo sobre lino, se nos presenta una escena que desafía la lógica y la percepción tradicional del arte. La figura central es un mimo que, con su presencia monocromática, se convierte en el foco de un paisaje igualmente desprovisto de color. Esta elección refuerza la atmósfera surrealista, invitando al espectador a sumergirse en una experiencia visual casi onírica.
Lo que realmente destaca son los guacamayos, pintados con colores vibrantes que interrumpen la monotonía del entorno. Estos pájaros no solo aportan dinamismo a la composición, sino que también simbolizan un contraste entre la comunicación verbal y la no verbal, entre lo real y lo imaginario. La obra nos lleva a reflexionar sobre el papel del arte como medio para trascender las barreras de la realidad, evocando preguntas sobre la naturaleza de la percepción y el significado.